jueves, 29 de octubre de 2015

Llenar los años de vida

Cuentan que cuando un antropólogo del Gobierno colonial belga llegó al Congo a principios del siglo XX y se encontró con una tribu de pigmeos, al ver en ellos unas personitas tan menudas, desnudas y alegres, les preguntó si se sentían hombres felices. Los pigmeos no supieron responder. La palabra felicidad no estaba en su vocabulario. No la necesitaban.
Pretender un consenso alrededor de la palabra felicidad es un imposible. Cada uno tiene su definición y ningún diccionario parece abarcarla.


miércoles, 28 de octubre de 2015

Cada persona es un mundo entero, y nosotros, en lugar de viajar por ellas, hacemos turismo.

Vivimos bajo una oleada de cobardía. La mayoría de relaciones fracasa por la inoperancia de unos amantes que lejos de lanzarse con todo se rondan a medio gas. Bajo el nombre de la libertad escondemos nuestro miedo al compromisoSiempre tenemos una excusa. Decimos “no, es que no quiero esto” o “es que prefiero aquello”, cuando en realidad lo que nos arde dentro es un “no me atrevo”.

La principal razón para temer el compromiso es que no sabemos lo que es. Confundimos compromiso con esclavitud. Es curioso cómo a una mujer se le llama esposa, a una pulsera, esclava y al dedo en que ponemos el anillo de boda, anular. La idea de que compartir vida nos hace esclavos y nos anula ha inundado nuestro vocabulario. Sin embargo, la esclavitud es solo una cosa: vivir bajo los mandatos del miedo.

No existe un siempre ni existe un mañanaLa eternidad es un engaño de nuestra mente. Tratar de prometer la eternidad es, además de falso, absolutamente aterrador. Decir “quiero estar siempre contigo” es más irreal que decir “quiero que siempre sea como hoy”. Nadie sabe lo que querrá en el futuro. No existe lapicera ni boda que pueda firmar un para siempre. El amor se da, pero no se puede prometer, pues a toda promesa le sigue una deuda y a toda deuda una obligación. Nadie puede entregarse al máximo a una exigencia. Y de eso se trata, de entregarse al máximo. Por eso el amor puede ser doloroso, decepcionante o incierto, pero siempre será libre.

La eternidad no es estar juntos en el futuro, sino estar juntos en el presente, y no importa tanto el tiempo que compartan como que se esfuercen por vivirlo al máximo y hacer de él una experiencia auténtica. Solo cuando uno extrae lo máximo de una situación puede decidir en libertad si quiere más o no.

Recuerda que el mejor favor que podemos hacerle a ese “para siempre” y la mejor forma de honrar a la eternidad es entregarnos en cuerpo y alma a nuestro momento, a quien tenemos a nuestro lado y no estar en ninguna otra parte.

Por la eternidad bien entendida.

Pablo Arribas. 
Universo de lo sencillo.