viernes, 17 de abril de 2015

anular a una persona

El peor daño que se le hace a una persona es hacerle todo. Quien quiera anular a otro solo tiene que evitarle el esfuerzo, impedirle que trabaje, que proponga, que se enfrente a los problemas (o posibilidades) de cada día, que tenga que resolver dificultades.
Regálele todo: la comida, la diversión y todo lo que pida. Así le evita usar las potencialidades que tiene, sacar recursos que desconoce y desplegar toda su creatividad. Quien vive de lo regalado se anula como persona, se vuelve perezosa, anquilosada y como un estanque de agua que por inactividad pudre el contenido.
Aquellos sistemas que por "amor" o demagogia sistemáticamente le regalan todo a la gente, la vuelven más pobre entre las pobres. Es una de las caras de la misera humana: carecer de iniciativa, desaprovechar los talentos, potencialidades y capacidades con que están dotados casi todos los seres humanos.
Quien ha recibido todo regalado se transforma en un indigente, porque asume la posición de la víctima que sólo se queja. Cree que los demás tienen la obligación de ponerle todo en las manos, y considera una desgracia desarrollarse en un trabajo digno.
Es muy difícil que quien recibe todo regalado, algún día quiera convertirse en alguien útil para sí mismo. Le parece que todos a su alrededor son responsables de hacerle vivir bien, y cuando esa "ayuda" no llega, culpa a los demás de su "desgracia" (no por anularlo como persona, sino por no volverle a dar). Sólo los sistemas más despóticos impiden que los seres humanos desarrollen toda su potencialidad para vivir. Creen estar haciendo bonito, pero en definitiva están usando un arma para anular a las personas (No quiere decir que la caridad de una ayuda temporaria no sea necesaria en tiempos especiales).


Ana Cristina Aristizábal Uribe



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